Un día cualquiera en el aula
El timbre sonó marcando el final de otra clase agotadora en 3ºB. Mientras los últimos alumnos salían del aula, me dejé caer en la silla y miré los ejercicios sin corregir que se acumulaban en mi mesa. Tres meses en este instituto de la periferia habían bastado para darme cuenta de que necesitaba urgentemente nuevas estrategias. La mitad de la clase había desconectado durante mi explicación sobre la Revolución Industrial, y los que aún prestaban atención lo hacían más por cortesía que por interés real.
El encuentro con ChatGPT
Esa tarde, en la sala de profesores, Carmen, mi compañera de departamento, me mostró algo en su tablet. “Mira, desde que uso ChatGPT para preparar las clases, todo ha cambiado”. La miré con escepticismo. Después de tantas promesas de revoluciones educativas, uno aprende a ser cauteloso. Sin embargo, esa noche, sentado frente a mi ordenador, decidí darle una oportunidad.
Primeros intentos y fracasos
Mi primer intento fue desastroso. “Dame actividades para explicar la Revolución Industrial”, escribí. La respuesta fue tan genérica que podría haberla encontrado en cualquier libro de texto. Frustrado, pero decidido, probé de nuevo, esta vez describiendo mi situación real: los problemas de atención, el contexto socioeconómico del centro, las dificultades específicas de mis alumnos. La diferencia en las respuestas fue reveladora.
El proceso de aprendizaje
Durante las siguientes semanas, mis interacciones con ChatGPT se convirtieron en un proceso de prueba y error. Cada vez que la herramienta me daba una respuesta inadecuada, aprendía algo nuevo sobre cómo formular mejor mis peticiones. Comencé a documentar sistemáticamente los errores que cometía, no solo los míos, sino también los de otros compañeros que se iniciaban en el uso de la IA.
Los cinco errores fundamentales
A través de este proceso, identifiqué cinco errores fundamentales que cometemos al usar ChatGPT en nuestra práctica docente. Errores que, una vez reconocidos, son sorprendentemente fáciles de corregir. Este artículo es el resultado de esa experiencia, una guía práctica nacida no de la teoría, sino de las trincheras del aula.
¿Comenzamos?
Error #1 – Prompts demasiado vagos
“Dame actividades para mi clase de Historia.”
Aún recuerdo la primera vez que escribí esa frase en ChatGPT. Estaba sentado en mi despacho, con una taza de café ya fría sobre la mesa y la ilusión de quien cree haber encontrado una solución mágica para la planificación de sus clases. La respuesta que recibí fue tan genérica como mi petición: una lista de actividades que podrían encontrarse en cualquier manual básico de didáctica. En ese momento, aprendí mi primera lección importante sobre el uso de la IA en educación: la calidad de las respuestas está directamente relacionada con la calidad de nuestras preguntas.
Es un error que veo repetirse constantemente en las sesiones de formación que imparto a otros docentes. La semana pasada, María, una compañera con más de veinte años de experiencia, me mostró frustrada su pantalla: “Le pedí ideas para explicar la Segunda Guerra Mundial, ¡y mira lo que me ha dado! ¡Esto lo podría haber sacado de cualquier libro!“. Le sonreí, reconociendo en su frustración mi propia experiencia de aquellos primeros días.
La realidad es que ChatGPT, a pesar de su sofisticación, no puede leer nuestras mentes. Cuando le damos instrucciones vagas, debe hacer suposiciones generales que raramente coinciden con nuestras necesidades específicas. Es como pedirle a un colega que nos prepare material para clase sin decirle el nivel, el tiempo disponible, los recursos que tenemos o los objetivos que queremos alcanzar. Por muy experimentado que sea ese colega, difícilmente podrá darnos algo verdaderamente útil sin esa información crucial.
El arte de hacer preguntas precisas
A lo largo de estos meses, he desarrollado lo que llamo el “método de las 5W + H” (What, Who, When, Where, Why + How), adaptándolo específicamente al contexto educativo. No se trata de una fórmula rígida, sino de un marco de referencia que nos ayuda a estructurar nuestras solicitudes de manera más efectiva.
Permitidme compartir cómo funciona este método a través de una situación real. Hace unas semanas, Juan, profesor de 4º de ESO, quería preparar una unidad sobre la Revolución Industrial. Su primer intento fue similar al mío: “Dame ejercicios sobre la Revolución Industrial”. Trabajamos juntos para reformular su solicitud, aplicando cada elemento del método:
🚀 PROMPT
Necesito crear ejercicios sobre la Revolución Industrial para un grupo de 4º de ESO con 25 estudiantes. El grupo tiene un nivel medio-alto y muestra especial interés por la tecnología y los cambios sociales. Dispongo de dos sesiones de 50 minutos y acceso a tablets. Busco actividades que desarrollen el pensamiento crítico y la capacidad de establecer relaciones entre el pasado y el presente, especialmente en lo referente a los cambios tecnológicos y sus impactos sociales.
La diferencia en las respuestas fue notable. En lugar de una lista genérica de actividades, recibimos propuestas específicas que:
Anatomía de un prompt efectivo
Con el tiempo, he identificado los elementos clave que debe contener un prompt efectivo. Os los presento no como una lista de verificación rígida, sino como una guía flexible que podéis adaptar a vuestras necesidades específicas.
Cuando preparamos una solicitud para ChatGPT, debemos pensar en términos de contexto, objetivos y recursos. Es como cuando planificamos una clase: necesitamos tener clara la situación de partida, lo que queremos conseguir y con qué medios contamos para lograrlo.
Por ejemplo, una de las consultas más frecuentes que recibo de mis compañeros es sobre cómo explicar conceptos históricos complejos. Ana, profesora de 3º de ESO, transformó su solicitud inicial sobre la Revolución Francesa de esta manera:
🚀 PROMPT
Estoy preparando una clase de 50 minutos sobre las causas sociales y económicas de la Revolución Francesa. Mis alumnos de 3º de ESO tienen dificultades para comprender conceptos abstractos como ‘estamentos’ o ‘privilegios’. Necesito una explicación que use analogías modernas y ejemplos de la vida cotidiana. Tengo acceso a proyector y me gustaría incluir elementos visuales que ayuden a la comprensión.
El resultado fue una propuesta que incluía analogías brillantes entre los estamentos del Antiguo Régimen y situaciones actuales que sus alumnos podían comprender fácilmente, junto con sugerencias para visualizaciones efectivas que podía proyectar en clase.
De la teoría a la práctica
Para ayudaros a mejorar vuestros prompts, os propongo un ejercicio de reflexión que podéis hacer antes de formular vuestras solicitudes a ChatGPT. Pensad en:
- Vuestros alumnos: ¿Quiénes son? ¿Qué les interesa? ¿Qué dificultades tienen?
- Vuestros recursos: ¿De qué tiempo y materiales disponéis?
- Vuestros objetivos: ¿Qué queréis que aprendan? ¿Qué competencias queréis desarrollar?
- El contexto: ¿En qué momento del curso estáis? ¿Qué han visto antes? ¿Qué verán después?
La clave no está en hacer preguntas más largas, sino más precisas. Es como cuando explicamos un concepto en clase: la claridad es más importante que la extensión.
Aprendiendo de nuestros errores
Hace poco, en una sesión de formación, propuse un ejercicio interesante: pedí a los participantes que escribieran su peor prompt, el más vago que se les ocurriera. Luego, trabajamos juntos para transformarlo en una solicitud efectiva. Este ejercicio no solo fue revelador, sino también divertido, y nos ayudó a entender mejor cómo mejorar nuestras interacciones con ChatGPT.
La lección más importante que aprendimos es que la vaguedad en nuestras solicitudes no solo afecta a la calidad de las respuestas, sino que también nos hace perder un tiempo valioso en ajustar y modificar materiales que podrían haber sido más útiles desde el principio.
Como docentes, sabemos que las mejores preguntas son aquellas que abren puertas al conocimiento. Lo mismo se aplica cuando trabajamos con ChatGPT: cuanto más clara y específica sea nuestra solicitud, más valiosa será la respuesta que recibamos.
En el próximo capítulo, abordaremos el segundo error común: la falta de contexto educativo. Porque, como veremos, no basta con ser específicos en nuestras solicitudes; también necesitamos proporcionar el marco educativo adecuado para obtener respuestas verdaderamente útiles en nuestra práctica docente.
Error #2 – Falta de contexto educativo
“¡Es que no me entiende!“, exclamó Juan, dejándose caer en una silla de la sala de profesores. Acababa de mostrarme su conversación con ChatGPT sobre la enseñanza del Imperio Romano, y el problema saltaba a la vista. Sus prompts eran precisos en cuanto al contenido histórico, pero carecían por completo de contexto educativo. Era como pedirle a un conferenciante que prepare una charla sin decirle si va a hablar ante estudiantes universitarios o ante alumnos de secundaria.
Este segundo error es particularmente engañoso porque muchos creemos que basta con ser específicos en el contenido. Sin embargo, el contexto educativo es mucho más que simplemente mencionar que somos profesores o que estamos preparando una clase. Es todo el marco que da sentido a nuestra solicitud y permite que ChatGPT genere respuestas verdaderamente útiles para nuestro entorno específico de aprendizaje.
La importancia del contexto en la práctica
Permitidme compartir una experiencia reciente que ilustra perfectamente este punto. La semana pasada, Laura, profesora de Historia en nuestro instituto, me mostró dos conversaciones que había tenido con ChatGPT sobre el mismo tema: las causas de la Primera Guerra Mundial. La diferencia entre ambas era reveladora.
En su primer intento, escribió simplemente: “Explica las causas de la Primera Guerra Mundial“. La respuesta que recibió fue académicamente impecable, pero completamente inadecuada para sus alumnos de 4º de ESO. Era como tener un libro de texto universitario perfecto, pero inutilizable en su clase.
En su segundo intento, después de que trabajáramos juntos en la reformulación, escribió:
🚀 PROMPT
Soy profesora de Historia en 4º de ESO. Necesito explicar las causas de la Primera Guerra Mundial a un grupo de 30 alumnos que tienen dificultades para comprender las relaciones internacionales complejas. Varios de mis estudiantes son aficionados a los videojuegos de estrategia, y he notado que esto les ayuda a entender mejor los conflictos históricos. Busco una explicación que pueda conectar con sus intereses y que use analogías comprensibles para adolescentes de 15-16 años.
La diferencia en las respuestas fue asombrosa. En lugar de una exposición académica árida, recibió una explicación que utilizaba analogías con juegos de estrategia populares, ejemplos de alianzas que sus alumnos podían comprender y un enfoque que hacía que las complejas relaciones internacionales de 1914 cobraran vida para sus estudiantes.
Los elementos clave del contexto educativo
A través de mi experiencia, he identificado varios componentes esenciales del contexto educativo que necesitamos compartir con ChatGPT. No se trata de una lista de requisitos rígidos, sino de aspectos que enriquecen nuestra comunicación con la herramienta.
En primer lugar, está el perfil de nuestros alumnos. No basta con decir “son de 3º de ESO”. ¿Qué les interesa? ¿Qué les motiva? ¿Qué dificultades encuentran habitualmente? Por ejemplo, cuando Elena, mi compañera de departamento, mencionó que sus alumnos eran fanáticos de las series de Netflix sobre la antigua Roma, ChatGPT pudo proporcionar analogías y ejemplos que conectaban directamente con ese interés.
Luego están los recursos y limitaciones. ¿De cuánto tiempo disponemos? ¿Qué materiales tenemos a nuestra disposición? ¿Hay acceso a tecnología? Recuerdo cuando Pedro me comentó frustrado que todas las actividades que le sugería ChatGPT requerían ordenadores, cuando su aula apenas tenía un proyector. Una vez que especificó sus limitaciones, las propuestas se ajustaron perfectamente a su realidad.
También es crucial compartir nuestros objetivos pedagógicos. ¿Qué queremos que nuestros alumnos aprendan? ¿Qué competencias buscamos desarrollar? ¿Cómo se conecta esta lección con el resto del currículo? Es la diferencia entre recibir una explicación histórica genérica y obtener una propuesta didáctica alineada con nuestros objetivos educativos.
De la frustración al éxito
María, una profesora veterana que inicialmente era escéptica sobre el uso de ChatGPT, me proporcionó recientemente un ejemplo perfecto de cómo el contexto adecuado puede transformar completamente los resultados. Estaba preparando una unidad sobre la Revolución Francesa para 3º de ESO.
Su primera solicitud fue técnicamente precisa pero carecía de contexto educativo. La respuesta que recibió era históricamente correcta pero pedagógicamente inútil. Trabajamos juntos para reformular su solicitud, incorporando el contexto completo:
🚀 PROMPT
Necesito explicar los estamentos del Antiguo Régimen a mis alumnos de 3º de ESO. La mayoría tiene dificultades para comprender conceptos abstractos como ‘privilegios’ y ‘jerarquía social’. Son adolescentes muy activos en redes sociales y están familiarizados con las diferencias entre ‘influencers’ y seguidores. Dispongo de una sesión de 50 minutos y acceso a proyector. Mi objetivo es que entiendan cómo la desigualdad social del Antiguo Régimen contribuyó a la Revolución Francesa.
La respuesta que recibió esta vez incluía analogías brillantes entre los estamentos y las jerarquías sociales actuales, ejemplos que sus alumnos podían comprender fácilmente y actividades que aprovechaban su comprensión de las dinámicas sociales en las redes para explicar los conceptos históricos.
Construyendo el contexto adecuado
¿Cómo podemos asegurarnos de proporcionar el contexto educativo adecuado? A lo largo de los años, he desarrollado lo que llamo las “preguntas clave del contexto“. Antes de formular una solicitud a ChatGPT, me detengo a reflexionar sobre:
- ¿Quiénes son mis alumnos realmente? No solo su edad o curso, sino sus intereses, preocupaciones y forma de ver el mundo.
- ¿Qué bagaje traen a esta lección? Sus conocimientos previos, sus experiencias, sus referencias culturales.
- ¿Qué obstáculos específicos podrían encontrar? No solo las dificultades académicas, sino también las barreras culturales o conceptuales.
- ¿Cuál es mi verdadero objetivo educativo? Más allá del contenido, qué habilidades o competencias quiero desarrollar.
Aprendiendo de la experiencia
El otro día, durante una sesión de formación con compañeros, propuse un ejercicio revelador: tomamos algunas de sus solicitudes previas a ChatGPT y las analizamos en grupo. Era fascinante ver cómo, al añadir cada capa de contexto educativo, las respuestas se volvían progresivamente más útiles y aplicables.
Una lección importante que emergió de este ejercicio es que el contexto educativo no es estático. Puede y debe actualizarse a medida que avanza nuestra conversación con ChatGPT. Es como cuando ajustamos nuestra enseñanza basándonos en la respuesta de los alumnos: el contexto evoluciona con la interacción.
Al final, proporcionar el contexto educativo adecuado no es solo una cuestión de obtener mejores respuestas de ChatGPT. Es un ejercicio de reflexión pedagógica que nos ayuda a ser más conscientes de nuestros objetivos, de las necesidades de nuestros alumnos y de nuestro propio proceso de enseñanza.
Error #3 – No iterar las respuestas
“¡Esto no es lo que necesitaba!“, exclamó Ana, mostrándome su pantalla con evidente frustración. Acababa de recibir una respuesta de ChatGPT que, aunque técnicamente correcta, no se ajustaba a las necesidades específicas de su clase de Historia. Cuando le pregunté si había intentado refinar su solicitud, me miró sorprendida. “¿Se puede hacer eso?”
Esta reacción de Ana me recordó mis propios inicios con ChatGPT. Como muchos de nosotros, yo también caí en la trampa de esperar que la primera respuesta fuera perfecta. Es un error comprensible: estamos acostumbrados a los motores de búsqueda tradicionales, donde tomamos los primeros resultados y los adaptamos a nuestras necesidades. Pero ChatGPT es diferente. Es más parecido a un colega con el que podemos mantener una conversación profesional, refinar ideas y desarrollar conceptos de manera iterativa.
El arte del diálogo con la IA
Hace unas semanas, durante una sesión de trabajo con Elena, una compañera del departamento de Ciencias Sociales, tuvimos una experiencia reveladora. Estaba preparando una unidad sobre los descubrimientos geográficos del siglo XV y su primera interacción con ChatGPT fue bastante básica: “Dame actividades sobre los viajes de Colón“.
La respuesta que recibió era correcta pero genérica. En lugar de descartar la herramienta, la animé a que iniciáramos un diálogo más profundo. Nuestra conversación con ChatGPT se desarrolló así:
🚀 PROMPT
Gracias por las sugerencias iniciales. Me interesa especialmente explorar el impacto en las culturas americanas. ¿Podrías desarrollar más ese aspecto? Mis alumnos de 2º de ESO están muy interesados en temas de diversidad cultural y les fascina descubrir cómo era la vida en las civilizaciones precolombinas.
La respuesta esta vez fue más específica, pero aún necesitábamos ajustarla a nuestras limitaciones prácticas. Continuamos:
🚀 PROMPT
Excelentes ideas sobre el encuentro entre culturas. ¿Podrías adaptar la actividad sobre intercambio cultural y productos del Nuevo Mundo para realizarla en una sesión de 50 minutos? Tenemos acceso a tablets y me gustaría incorporar recursos interactivos sobre rutas de navegación y productos que viajaron entre continentes.
Con cada iteración, las respuestas se volvían más útiles y aplicables. Al final, obtuvimos una propuesta que no solo se ajustaba perfectamente a nuestras necesidades prácticas, sino que también conectaba de manera significativa con los intereses de sus alumnos.
Por qué la primera respuesta rara vez es la mejor
A través de mi experiencia, he identificado varias razones por las que necesitamos iterar nuestras solicitudes:
En primer lugar, está el refinamiento de objetivos. A menudo, la primera respuesta nos ayuda a clarificar lo que realmente necesitamos. Es como cuando empezamos a explicar un tema en clase: las preguntas de los alumnos nos ayudan a ajustar nuestra exposición.
También está el ajuste de nivel. Recuerdo cuando Carlos, profesor de 2º de ESO, recibió una explicación sobre el feudalismo que era perfecta… para universitarios. A través de varias iteraciones, conseguimos adaptar el contenido al nivel cognitivo de sus alumnos sin perder rigor histórico.
Y no podemos olvidar la personalización. Cada grupo de alumnos es único, y lo que funciona en una clase puede no funcionar en otra. La iteración nos permite adaptar las propuestas a nuestro contexto específico.
Técnicas de refinamiento efectivo
Con el tiempo, he desarrollado varias técnicas para hacer más efectivo el proceso de iteración. Una de mis favoritas es lo que llamo “la técnica del embudo“: empezamos con solicitudes generales y vamos especificando progresivamente.
Por ejemplo, cuando Sandra estaba preparando una unidad sobre el Imperio Romano, comenzamos con una solicitud general sobre métodos de enseñanza. A partir de ahí, fuimos refinando:
Primera iteración: “Me interesa especialmente el aspecto de la vida cotidiana en Roma. ¿Cómo podríamos hacer que los alumnos entiendan cómo vivía una familia romana típica?”
Segunda iteración: “La idea de la simulación de un día en la vida de una familia romana es interesante. ¿Podrías desarrollar una actividad de rol para 25 alumnos que podamos realizar en 90 minutos?”
Tercera iteración: “Necesitaría más detalles sobre cómo organizar los diferentes roles y qué materiales específicos necesitaríamos para cada grupo.”
Con cada iteración, la propuesta se volvía más concreta y aplicable. La clave está en proporcionar feedback constructivo y guiar la siguiente iteración con preguntas específicas.
El momento adecuado para cada iteración
Una pregunta común que recibo es: “¿Cuánto debemos iterar?” La respuesta no es un número fijo de iteraciones, sino un conjunto de indicadores que nos dicen cuándo hemos alcanzado una respuesta satisfactoria:
- Los objetivos están claramente cumplidos
- El nivel es apropiado para nuestros alumnos
- Las actividades son realizables con los recursos disponibles
- El tiempo necesario se ajusta a nuestra planificación
- Las propuestas conectan con los intereses de nuestros estudiantes
Aprendiendo del proceso
Recientemente, en una sesión de formación con el claustro, propuse un ejercicio que resultó muy revelador: tomamos una solicitud inicial simple y la fuimos refinando en grupo. Era fascinante ver cómo cada iteración no solo mejoraba la respuesta, sino que también generaba nuevas ideas y perspectivas entre los participantes.
Un momento particularmente interesante fue cuando María, escéptica inicial del proceso, exclamó: “¡Ahora entiendo por qué mis primeros intentos no funcionaban! No estaba teniendo una conversación, estaba esperando una respuesta mágica.”
La importancia del feedback constructivo
Un aspecto crucial de la iteración efectiva es saber proporcionar feedback útil a ChatGPT. Al igual que cuando dialogamos con un colega, es importante:
- Reconocer qué aspectos de la respuesta son valiosos
- Identificar qué elementos necesitan más desarrollo
- Especificar qué aspectos no se ajustan a nuestras necesidades
- Proporcionar información adicional relevante para la siguiente iteración
La iteración no es solo una técnica para obtener mejores respuestas de ChatGPT; es un proceso que nos ayuda a refinar nuestro propio pensamiento pedagógico. Cada vez que iteramos una solicitud, estamos reflexionando activamente sobre nuestros objetivos educativos, las necesidades de nuestros alumnos y la mejor manera de conectar ambos.
Error #4 – No especificar el nivel y características del alumnado
“ChatGPT me dio una explicación brillante sobre el Imperio Bizantino… que hubiera sido perfecta para un seminario universitario“, me comentó Pedro durante un descanso entre clases. Su frustración era palpable mientras me mostraba en su tablet una respuesta técnicamente impecable pero completamente inadecuada para sus estudiantes de 2º de ESO. “Es como si la IA no entendiera que mis alumnos tienen 13 años“, añadió con resignación.
La situación de Pedro ilustra perfectamente uno de los errores más sutiles pero significativos que cometemos al usar ChatGPT: olvidar que necesita conocer a nuestro alumnado tanto como nosotros. No basta con mencionar el curso; necesitamos proporcionar una imagen completa de quiénes son nuestros estudiantes, cómo aprenden y qué les motiva.
Más allá del número de curso
En mis treinta y cinco años de experiencia docente, si algo he aprendido es que no existen dos grupos iguales. La semana pasada, mientras compartía un café con Isabel, comparábamos nuestras clases de 3º de ESO. Aunque el curso era el mismo, las diferencias eran notables: su grupo destacaba en debates y presentaciones orales, mientras que el mío brillaba en análisis de textos y trabajo individual. Estas diferencias son cruciales a la hora de diseñar actividades efectivas.
Para ilustrar la importancia de esta especificidad, permítanme compartir un experimento que realizamos recientemente con varios compañeros del departamento. Todos pedimos a ChatGPT actividades sobre la Guerra Fría, pero cada uno proporcionó diferentes niveles de detalle sobre su alumnado:
Primera solicitud (básica): “Necesito actividades sobre la Guerra Fría para 4º de ESO.”
Segunda solicitud (con contexto): “Necesito actividades sobre la Guerra Fría para mi clase de 4º de ESO. El grupo tiene 28 alumnos, con un nivel medio-alto de inglés y mucho interés por la tecnología. La mayoría juega a videojuegos de estrategia y sigue canales de YouTube sobre historia militar.”
La diferencia en las respuestas fue reveladora. La primera generó actividades genéricas que podrían encontrarse en cualquier libro de texto. La segunda produjo propuestas que incluían simulaciones basadas en juegos de estrategia, análisis de propaganda utilizando referencias actuales, y actividades que aprovechaban el conocimiento previo de los estudiantes sobre conflictos históricos.
El perfil multidimensional del alumnado
Con el tiempo, he desarrollado lo que llamo el “mapa de características del grupo“, una herramienta que nos ayuda a proporcionar un perfil completo de nuestros estudiantes a ChatGPT. Este mapa considera varios aspectos clave:
Carmen, una compañera que inicialmente era escéptica, lo puso a prueba con su grupo de 1º de ESO. En lugar de pedir simplemente “actividades sobre el antiguo Egipto”, proporcionó un perfil detallado de su clase:
🚀 PROMPT
Tengo un grupo de 1º de ESO con 26 alumnos. La mayoría son muy visuales y aprenden mejor con imágenes y vídeos. Cinco estudiantes son fanáticos de los videojuegos de construcción tipo Minecraft, y varios siguen canales de YouTube sobre civilizaciones antiguas. Tienen dificultades con textos largos pero son muy participativos en actividades prácticas. Tres alumnos necesitan adaptaciones por dislexia, y tengo una estudiante con altas capacidades que se aburre fácilmente.
La respuesta que recibió incluía:
- Actividades de construcción virtual de monumentos egipcios
- Textos adaptados con apoyo visual
- Retos adicionales para la alumna de altas capacidades
- Propuestas que aprovechaban el interés por YouTube y los videojuegos
La importancia de los intereses y motivaciones
Una tarde, mientras revisaba ejercicios, Marta me mostró dos respuestas diferentes de ChatGPT sobre la Revolución Francesa. La primera era una explicación tradicional. La segunda, que había solicitado después de especificar que sus alumnos eran activos en redes sociales y estaban interesados en movimientos de protesta actuales, establecía paralelos fascinantes entre el papel de los panfletos en el siglo XVIII y las redes sociales en movimientos contemporáneos.
“Es como si ChatGPT hubiera encontrado un puente entre su mundo y la historia“, reflexionó Marta. Y tenía razón. Cuando proporcionamos información sobre los intereses y motivaciones de nuestros alumnos, la IA puede crear conexiones significativas entre el contenido histórico y su realidad cotidiana.
Adaptación a diferentes estilos de aprendizaje
Otro aspecto crucial que a menudo olvidamos especificar son los estilos de aprendizaje predominantes en nuestro grupo. Luis, profesor de 2º de Bachillerato, me compartió una experiencia reveladora:
“Al principio le pedía a ChatGPT materiales sobre la Guerra Civil Española, y recibía principalmente textos y cronologías. Cuando especifiqué que mis alumnos aprendían mejor a través de análisis de casos concretos y testimonios personales, las propuestas cambiaron completamente. Empezó a sugerir actividades basadas en historias de vida, análisis de fotografías y documentos personales de la época.“
La evolución del grupo
Un aspecto que he aprendido a valorar es la importancia de actualizar el perfil de nuestro grupo a lo largo del curso. Ana lo descubrió cuando, a mediados del segundo trimestre, notó que las actividades que funcionaban perfectamente al principio ya no generaban el mismo entusiasmo.
“Actualicé mi descripción del grupo en ChatGPT”, me explicó. “Les comenté que habían mejorado mucho en comprensión lectora pero necesitaban más práctica en expresión escrita, y que habían desarrollado un interés particular por temas de ecología. Las nuevas propuestas se ajustaron perfectamente a esta evolución.“
Herramientas para la especificación efectiva
Para ayudar a mis compañeros a proporcionar descripciones más completas de sus grupos, he desarrollado una serie de preguntas guía:
- ¿Qué caracteriza a este grupo en particular?
- ¿Cuáles son sus fortalezas y áreas de mejora?
- ¿Qué intereses y referencias culturales comparten?
- ¿Qué experiencias previas de aprendizaje han sido exitosas?
- ¿Qué necesidades específicas de apoyo existen?
La clave no está en proporcionar una lista exhaustiva de características, sino en identificar aquellos aspectos que realmente impactan en el aprendizaje. Como me dijo Sara recientemente: “He aprendido que no necesito contarle todo a ChatGPT sobre mi clase, solo lo que realmente importa para la actividad que quiero desarrollar.“
Error #5 – Solicitar demasiada información de una vez
“Quiero que me hagas una unidad didáctica completa sobre la Guerra Civil Española, con objetivos, contenidos, competencias, actividades para cada sesión, materiales, recursos, evaluación, rúbricas, adaptaciones curriculares y…” Ana se detuvo al ver mi expresión. Estábamos en la sala de profesores, y acababa de mostrarme su primer intento de usar ChatGPT para planificar el trimestre. Como tantos otros compañeros, había caído en la trampa de pedir demasiado de una vez, un error que puede parecer contraintuitivo pero que es sorprendentemente común.
La tentación de pedirle a ChatGPT que nos resuelva todo de golpe es comprensible. Al fin y al cabo, ¿no es esa la promesa de la inteligencia artificial? Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado que este enfoque “todo en uno” suele conducir a respuestas superficiales, poco coherentes y, paradójicamente, menos útiles que si hubiéramos dividido nuestra solicitud en partes manejables.
El arte de la segmentación
Hace unos días, mientras trabajaba con Miguel en la preparación de sus clases sobre el Renacimiento, tuvimos una experiencia reveladora. Su primer impulso fue pedir todo el material de una vez, pero le propuse un enfoque diferente, lo que yo llamo “el método de las capas progresivas“.
Comenzamos con una solicitud simple: “Necesito estructurar una unidad sobre el Renacimiento italiano para 3º de ESO. Por ahora, solo quiero un esquema general con los principales bloques temáticos y su distribución temporal para 6 sesiones.“
La respuesta fue clara y específica. Con este esquema como base, procedimos a desarrollar cada parte:
“Ahora, centrémonos en el primer bloque sobre el humanismo. ¿Qué actividades específicas sugieres para una clase de 50 minutos, considerando que mis alumnos están muy interesados en el arte y la tecnología?“
Este enfoque gradual nos permitió:
- Mantener el control sobre el proceso
- Asegurar la coherencia entre las diferentes partes
- Adaptar cada elemento a las necesidades específicas del grupo
- Detectar y corregir problemas tempranamente
Los peligros de la sobrecarga
Carmen, una veterana profesora de Historia del Arte, me compartió recientemente su experiencia: “Al principio, le pedí a ChatGPT que me preparara todo el material sobre el arte gótico de una vez. La respuesta era tan abrumadora que me llevó más tiempo organizarla y adaptarla que si hubiera empezado desde cero.“
Su experiencia ilustra perfectamente los riesgos de la sobrecarga de información:
- Respuestas superficiales que carecen de profundidad
- Falta de coherencia entre los diferentes elementos
- Dificultad para revisar y adaptar el material
- Pérdida de oportunidades para refinar y mejorar
Señales de una solicitud sobrecargada
Con el tiempo, he aprendido a identificar cuándo estamos pidiendo demasiado. Durante una sesión de formación con el departamento, elaboramos una lista de “señales de alarma“:
Rosa levantó la mano para compartir su ejemplo: “Cuando me encontré escribiendo una solicitud que ocupaba media página y tenía tres ‘y además’, supe que estaba cayendo en la trampa de la sobrecarga.”
Estrategias de estructuración
Para ayudar a mis compañeros a mantener sus solicitudes manejables, he desarrollado lo que llamo el “método del rompecabezas“. La idea es simple: antes de hacer una solicitud, dividimos el material que necesitamos en piezas lógicas y manejables.
Laura lo aplicó brillantemente cuando estaba preparando su unidad sobre el Imperio Romano. En lugar de pedir todo el material de una vez, dividió su solicitud en:
- Primera pieza: Estructura general y objetivos
- Segunda pieza: Actividades para el tema de la vida cotidiana
- Tercera pieza: Recursos visuales y multimedia
- Cuarta pieza: Instrumentos de evaluación
“Es como construir una casa”, reflexionó Laura. “Necesitas poner primero los cimientos antes de empezar con las paredes y el techo.“
Manteniendo la coherencia
Una preocupación común cuando dividimos nuestras solicitudes es cómo mantener la coherencia entre las diferentes partes. Pedro encontró una solución elegante: mantener un documento donde registraba cada respuesta y las conexiones entre ellas.
“Es como tejer”, me explicó. “Cada nueva pieza debe conectar con las anteriores. Cuando pido nuevo material a ChatGPT, siempre hago referencia a lo que ya tengo y cómo quiero que se integre.“
El poder de la especificidad
María, que enseña Historia en 4º de ESO, compartió una observación interesante: “Cuando divido mis solicitudes en partes más pequeñas, no solo obtengo mejores respuestas, sino que también me ayuda a clarificar mis propios objetivos pedagógicos.“
Su experiencia resalta un beneficio inesperado de este enfoque: nos obliga a ser más reflexivos y específicos sobre lo que realmente necesitamos.
Indicadores de éxito
¿Cómo sabemos si estamos dividiendo nuestras solicitudes de manera efectiva? A lo largo de mi experiencia, he identificado varios indicadores clave:
- Las respuestas son detalladas y específicas
- Cada parte se puede implementar de manera independiente
- La información es fácil de revisar y adaptar
- Las conexiones entre las diferentes partes son claras
- El material se ajusta a nuestras necesidades reales
El valor del tiempo
“Pero esto lleva más tiempo“, me dijo Juan durante una sesión de formación. “Sí”, le respondí, “pero es tiempo bien invertido. Es como cuando planificamos una clase: dedicar tiempo a la preparación nos ahorra problemas durante la ejecución.”
Aprendiendo del proceso
Recientemente, en una reunión de departamento, propuse un ejercicio: tomar una solicitud compleja y dividirla en partes manejables. Fue revelador ver cómo cada profesor abordaba la tarea de manera diferente, pero todos llegaban a la misma conclusión: las solicitudes más pequeñas y específicas producían resultados más útiles.
“Es como cuando explicamos un concepto complejo en clase”, observó Elena. “No lo soltamos todo de golpe, sino que lo dividimos en partes que nuestros alumnos puedan asimilar.“
Conclusión y conexión
La sobrecarga de información es quizás el más tentador de los cinco errores que hemos explorado en esta serie. En un mundo donde buscamos la eficiencia y la inmediatez, la idea de dividir nuestras solicitudes puede parecer contraproducente. Sin embargo, como hemos visto, este enfoque más medido y reflexivo no solo nos ahorra tiempo a largo plazo, sino que también nos ayuda a obtener materiales más útiles y mejor adaptados a nuestras necesidades.
Al final, usar ChatGPT efectivamente no se trata de obtener respuestas rápidas, sino de establecer un diálogo productivo que realmente apoye y enriquezca nuestra labor docente. Porque, como con cualquier herramienta poderosa, el valor no está solo en lo que puede hacer, sino en cómo elegimos usarla.
Integración y conclusiones: el camino hacia una práctica docente enriquecida
Era una tarde de viernes cuando Carmen, mi compañera de departamento, me detuvo en el pasillo con una sonrisa. “¿Sabes? Por fin entiendo lo que me decías sobre ChatGPT. Esta mañana he preparado una unidad sobre el feudalismo en la mitad de tiempo que antes, y el material es exactamente lo que necesitaba.” Su comentario me hizo reflexionar sobre el camino que todos hemos recorrido desde que empezamos a integrar esta herramienta en nuestra práctica docente.
A lo largo de este artículo, hemos explorado los cinco errores más comunes que cometemos al usar ChatGPT: la vaguedad en nuestras solicitudes, la falta de contexto educativo, la ausencia de iteración, el olvido de especificar las características de nuestro alumnado y la tentación de pedir demasiado de una vez. Cada uno de estos errores representa no solo un obstáculo a superar, sino también una oportunidad de aprendizaje en nuestro camino hacia una práctica docente más enriquecida.
Transformación y crecimiento
La transformación que he observado en mi propia práctica y en la de mis compañeros ha sido notable. Como me comentaba Juan, profesor de Geografía: “Ya no se trata solo de ahorrar tiempo, que también, sino de cómo ese tiempo ganado se reinvierte en lo que verdaderamente importa: la conexión con nuestros alumnos, la personalización del aprendizaje, la innovación en nuestras metodologías.”
Esta transformación se manifiesta en diversos aspectos:
- Una planificación más reflexiva y estructurada
- Mayor tiempo para la atención personalizada
- Capacidad para experimentar con nuevas metodologías
- Mejor adaptación a las necesidades específicas del alumnado
Más allá de la herramienta
Quizás lo más fascinante de este viaje ha sido descubrir que el uso efectivo de ChatGPT nos ha llevado a ser más reflexivos sobre nuestra propia práctica docente. Cada vez que formulamos una solicitud, estamos realmente:
- Analizando nuestros objetivos pedagógicos
- Considerando las necesidades específicas de nuestros alumnos
- Evaluando nuestros recursos y contexto
- Reflexionando sobre nuestra metodología
Como me dijo Elena después de una sesión particularmente productiva: “Es como si ChatGPT fuera un espejo que nos obliga a ser más conscientes y precisos en nuestra planificación.“
Lecciones aprendidas
A través de nuestra experiencia colectiva, hemos aprendido varias lecciones valiosas:
- La importancia de la claridad y la precisión en nuestras solicitudes
- El valor del contexto educativo en la obtención de respuestas útiles
- La necesidad de iterar y refinar nuestras peticiones
- La crucial importancia de conocer y especificar las características de nuestro alumnado
- Las ventajas de segmentar nuestras solicitudes en partes manejables
Mirando hacia el futuro
El panorama que se abre ante nosotros es emocionante. La inteligencia artificial no está aquí para reemplazarnos, sino para potenciarnos. Como he podido comprobar en mi propia experiencia y en la de mis compañeros, cuando superamos estos errores comunes y aprendemos a usar ChatGPT efectivamente, recuperamos algo invaluable: la libertad de centrarnos en lo que realmente importa en la educación, el factor humano.
Para aquellos que están comenzando este viaje, mi consejo es simple: empezad poco a poco, aprended de los errores que hemos explorado y, sobre todo, no tengáis miedo de experimentar. Como en todo proceso de aprendizaje, los errores no son fracasos, son peldaños necesarios en nuestro camino hacia la maestría.
Un nuevo horizonte en la educación
La revolución en la educación no está en la tecnología en sí misma, sino en cómo la utilizamos para crear experiencias de aprendizaje más ricas, personalizadas y significativas. Como me recordó Sara recientemente: “La verdadera magia no está en las respuestas que nos da ChatGPT, sino en las preguntas que nos hace plantearnos sobre nuestra propia práctica docente.“
El poder de la comunidad educativa
Una de las lecciones más valiosas que he aprendido durante este proceso es la importancia de compartir experiencias y aprendizajes. Las historias y ejemplos que he compartido en este artículo no son solo míos; son el resultado de conversaciones, intercambios y reflexiones colectivas con decenas de compañeros que, como yo, están explorando las posibilidades de esta herramienta.
Una invitación final
Os invito a ver estos cinco errores no como obstáculos, sino como oportunidades de crecimiento. Cada error que identificamos y superamos nos acerca un poco más a una práctica docente más efectiva y significativa.
Como me gusta decir a mis alumnos cuando comenzamos un tema nuevo: el viaje más largo comienza con un solo paso. En este caso, ese paso es tan simple como abrir ChatGPT y comenzar a experimentar, teniendo en cuenta los aprendizajes que hemos compartido. El resto, como en toda buena aventura educativa, lo descubriremos juntos en el camino.
Porque al final, la verdadera innovación en educación no está en las herramientas que usamos, sino en cómo las utilizamos para crear conexiones más profundas, aprendizajes más significativos y experiencias educativas más enriquecedoras. Y en ese viaje, ChatGPT puede ser un aliado valioso, siempre que sepamos evitar los errores comunes y aprovechar su potencial de manera efectiva.
¿Estáis listos para dar el siguiente paso en vuestro viaje con ChatGPT? La aventura apenas comienza, y el futuro está lleno de posibilidades emocionantes para todos los que nos dedicamos a la noble tarea de educar.
Profesional de la IA aplicada a la educación (delatorre.ai)
José Luis de la Torre Lorente