Población y Economía Antiguo Régimen

Introducción a la población y economía del Antiguo Régimen

En este segundo capítulo de la serie “Te lo explico”, nos adentramos en el estudio de la población y economía del Antiguo Régimen. Analizaremos cómo funcionaba la economía en esta época y cómo evolucionó la población mundial, así como la revolución demográfica del siglo XVIII y la economía de subsistencia característica del período.

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Evolución de la población mundial en el Antiguo Régimen

El Antiguo Régimen experimentó un aumento en la población mundial, aunque este crecimiento fue lento y desigual. La mortalidad infantil era alta y la esperanza de vida era baja, lo que limitaba el crecimiento demográfico. A lo largo del tiempo, se produjeron cambios en la población debido a factores como las guerras, las epidemias y las crisis de subsistencia, que afectaban tanto a la cantidad como a la distribución de la población.

Funcionamiento de la economía en el Antiguo Régimen

La economía del Antiguo Régimen se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería, y estaba orientada a la producción para el autoconsumo y la subsistencia. La industria y el comercio eran limitados, y las relaciones económicas se regían por el sistema de gremios y la regulación estatal. La propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza y el clero, lo que perpetuaba la desigualdad y la dependencia de los campesinos.

La Revolución Demográfica del siglo XVIII

Durante el siglo XVIII, se produjo una revolución demográfica en Europa que incrementó significativamente la población. Este fenómeno fue el resultado de una disminución en la mortalidad y un aumento en la natalidad, impulsado por mejoras en la alimentación, la higiene y la medicina. A pesar de este crecimiento, la distribución de la población seguía siendo desigual y la mayoría de la gente vivía en condiciones de pobreza.

Economía de subsistencia en el Antiguo Régimen

La economía de subsistencia era la base del sistema económico del Antiguo Régimen. Consistía en la producción de bienes y servicios destinados al consumo propio o al intercambio local, y se caracterizaba por la escasa especialización y la ausencia de un mercado amplio y organizado. Esta economía limitaba el crecimiento y la innovación, y perpetuaba las estructuras sociales y económicas tradicionales.